mayo 17, 2019

Vía libre para un adulador de Hitler

Alejandro Biondini es un dirigente enamorado del nazismo y un negador del Holocausto. Dio luz a Nuevo Triunfo. Y festejaba la creación de ese partido el 20 de abril, el día del nacimiento de Hitler. Al igual que el Führer, supo mostrarse saludando con los brazos en alto, enarbolando como identificación de su partido un logo símil a una esvástica.

La Corte Suprema justificó en su momento el rechazo a la legalización de Nuevo Triunfo asegurando que el Estado «tiene que desalentar y contrarrestar el desarrollo de prácticas que promuevan el odio racial o religioso, o la eliminación de personas». O sea, Nuevo Triunfo alentaba prácticas que promovían el odio racial, religioso y la eliminación de personas.

Esa imposibilidad legal de presentarse a elecciones, por la prédica antisemita de Nuevo Triunfo, lo llevó a Biondini a ir creando sucesivamente nuevas agrupaciones. En muchos casos, asociados a terceros.

Finalmente, el 22 de mayo de 2014, la Justicia Electoral de la Capital Federal le otorgó la personería definitiva a Bandera Vecinal.

Biondini fue elegido como presidente del Congreso de ese partido, con mandato hasta mayo del 2018. Cuando se convocó a la «marcha de silencio» en memoria del fiscal Alberto Nisman, Bandera Vecinal sacó un comunicado negándose a participar de esa movilización y relativizando la existencia de un atentado en la AMIA, refiriéndose al hecho como «el derrumbe del edificio de la AMIA».

Ya en 1991 Biondini había sido denunciado por la entonces Directora de Derechos Humanos de la Nación, Alicia Pierini, por violación a la ley antidiscriminación y apología del crimen.

Desde entonces a esta parte fue vinculado a numerosos actos xenófobos y discriminatorios. Como reacción a las acusaciones en su contra, Biondini se ponía en víctima, asegurando que la entidades judías lo perseguían.

En 2014, Waldo Wolff, entonces vicepresidente de la DAIA y hoy diputados de Cambiemos, lo cruzó con dureza. «Es patético y vergonzoso para nuestro país que un personaje que en todas las fotos aparece levantando el brazo derecho con simbología similar a la nazi de fondo, acuse a la DAIA de perseguidora o antidemocrática», consideró.

«A este sujeto —agregó Wolff— habría que llevarlo a los colegios para que los chicos aprecien cómo era la sociedad en épocas del nazismo en la Alemania nazi en la década del 30«.

El antisemitismo de Biondini lo llevó a decir, en abril de 1988, en la esquina de Florida y Bartolomé Mitre, frente a todos los medios de comunicación, que «por cada uno de los nuestros, caerán cinco de ellos«. Terminó detenido por apología de la violencia en el penal de Villa Devoto.

Se hace llamar Kalki, que en la tradición hindú es «aquel que viene a poner fin a la era oscura y a imponer la era de la rectitud moral». La enorme mayoría de la sociedad lo repudia. Pero hace dos años este dirigente nazi y negador estuvo a punto de recibir 20 millones de pesos para imprimir las boletas de sus candidatos para las PASO. Finalmente, tras el estupor generalizado, el Gobierno le denegó el dinero.

Pero Biondini no se detiene. La semana pasada logró que la junta electoral bonaerense le diera personería provincial definitiva al Frente Patriota (producto de la fusión de Bandera Vecinal y Gente de Acción).

En otras palabras: este año podrá presentar candidatos a gobernador, senadores, diputados provinciales, así como intendentes, concejales y consejeros escolares en los 135 municipios. Todos ellos irán colgados de una fórmula presidencial encabezada por el autoproclamado Kalki.

Es curioso que la Constitución no ponga límites claros a estos pregoneros del odio. Pero no es una lucha fácil. Ni en Alemania lograron que la Corte prohibiera a los partidos nazis. Por eso levantar las banderas de la tolerancia (que es todo lo contrario a lo que hace Biondini) resulta ser el único camino para terminar con estos aduladores de Hitler.

  • Texto: DIEGO SCHURMAN
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