agosto 14, 2019
Macri lanza ayudas a la clase media para revertir la catástrofe electoral
El presidente pide perdón por endilgar a los votantes del kirchnerismo el lunes negro de los mercados Sigue leyendo
Mauricio Macri hizo autocrítica. En un mensaje televisado a primera hora de este miércoles, asumió que su reacción tras la derrota electoral del domingo fue improcedente y anunció medidas de alivio para los argentinos, “agotados”, según ha admitido, por su política económica. El presidente ha prometido congelar los precios de los combustibles durante 90 días, entregar 2.000 pesos mensuales (33 dólares) a cada trabajador por vía fiscal o salarial, pagar un bono de 5.000 pesos (83 dólares) a finales de este mes a los empleados públicos, militares y policías y subir el salario mínimo, en una cuantía a establecer durante la jornada.
También se declaró dispuesto “las 24 horas” a dialogar con los otros candidatos, lo que se interpretó como una oferta a Alberto Fernández,que obtuvo una victoria abrumadora en las primarias y tiene las máximas posibilidades de convertirse en el nuevo presidente.
Fernández rechazó primero la invitación. DIjo que no quería ser «letal y duro» con el Gobierno, pero consideró que un encuentro con Macri «no tiene sentido» porque no habría acuerdo posible. «No quiero ser partícipe de sus decisiones porque entonces, ¿a la Argentina qué opción le queda?», dijo. Más tarde, sin embargo, hubo conversación entre Macri y Fernández, aunque sólo por teléfono. El presidente confirmó la charla por Twitter: «Recién tuvimos una buena y larga conversación telefónica con Alberto Fernández (…) Se mostró con la vocación de intentar llevar tranquilidad a los mercados respecto a los riesgos de una eventual alternancia en el poder y quedamos en mantener una línea abierta directa entre los dos».
Lo que anunció Macri fueron medidas de alivio para compensar la oleada de inflación que se está formando tras la hecatombe financiera del lunes, con una devaluación del 25% en el valor del peso, pero también medidas electoralistas: estaban pautadas para durar hasta octubre, es decir, hasta la elección del nuevo presidente. Quedó claro que quería agotar sus escasas posibilidades de revertir su impopularidad y ganar la reelección. Estaba por ver cómo tomarían los inversores y los organismos internacionales que tutelan la economía argentina, como el Fondo Monetario Internacional, el aumento del gasto público que supondrían todas esas ayudas.
El Macri que leyó su mensaje ante una cámara, en la residencia presidencial de Olivos, no se pareció al hombre conmocionado que el domingo y el lunes culpó a los argentinos y al peronismo por su propio desastre electoral. Se mostró más lúcido y más sereno. Pidió disculpas, asumió su responsabilidad y comprendió que los argentinos “no pueden más”. “Los he escuchado”, afirmó, en referencia al varapalo en las urnas. “Los argentinos están agotados, esto ha sido como trepar el Aconcagua, yo también pensé que sería más fácil”, dijo. Y trató de poner en valor que, pese a sus errores, se había esforzado en mejorar las infraestructuras y “poner las bases” para un futuro crecimiento.
Concluyó su mensaje en un tono de emotividad. “Amo Argentina”, proclamó. “Vamos, argentinos, vamos a salir de esta como ya salimos muchas otras veces”. Macri quiso hacer entender a la ciudadanía que aún estaba al frente del país, pese a la desautorización infligida por los votos, y que seguía en la carrera electoral.
Tras el mensaje presidencial hablaron los ministros de Interior, Rogelio Frigerio, y de Desarrollo Social, Carolina Stanley. En rueda de prensa, también desde Olivos, negaron que las medidas tuviesen alguna intención electoral. «No podemos estar en campaña, tenemos que gobernar. Estas son medidas que tienen que ver con escuchar a la gente, que se ha expresado con claridad en el momento del voto. Forman parte de la acción de gobierno», dijo Frigerio. Para Stanley, el objetivo del Gobierno fue «aliviar la situación de angustia de algunas familias que no llegan a fin de mes”, donde se agrupa el grueso del voto contra Macri.
- Texto: ENRIC GONZALEZ (EL PAÍS)
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