julio 17, 2017
La desperonización de los candidatos peronistas
Cristina, Massa y Randazzo no exhibieron imágenes de Evita ni citaron a Perón en sus respectivos actos de lanzamiento. Es parte de una estrategia para sumar votos de extrapartidarios. Sigue leyendo
Alguna vez Julio Bárbaro aseguró que «el peronismo es un recuerdo que da votos». No por nada la liturgia y la simbologÃa partidaria adquirieron con el paso del tiempo un valor en sà mismo.
Sin embargo, anoche se produjo un hecho inédito en la historia del Partido Justicialista: en el puntapié inicial de una nueva campaña proselitista, sus principales candidatos evitaron mencionar tanto a Evita como a Perón.
No es que haya caducado el voto emocional que Bárbaro, como intelectual del universo justicialista, se esmeró en describir. Semejante silencio sobre las figuras emblemáticas más bien respondió a la necesidad de seducir a los electores extrapartidarios.
La atomización del PJ tuvo asà un efecto paradojal. En vez de vislumbrar una puja entre Cristina Kirchner, Sergio Massa y Florencio Randazzo por la identidad partidaria, lo que asomó con fuerza fue un proceso de desperonización.
Los tres montaron escenarios despojados y minimalistas, carentes de la impronta populosa del justicialismo.
Aquellas gigantografÃas de «La abanderada de los humildes» y «El General» que solÃan decorar los mÃtines fueron reemplazadas por modernas y coloridas pantallas LED. ¿Qué proyectaron? No mucho más que la imagen del candidato o el nombre de la agrupación convocante.
En una estrategia de marketing que contrasta con la tradicional verticalidad peronista, Cristina cedió el micrófono a profesionales y comerciantes para que cuenten los estragos del ajuste económico.
La ex presidenta transformó al arquetipo del lÃder que arenga a la masa en un paciente receptor de los problemas ciudadanos. Una puesta rayana con el reality show.
En busca de ese mismo golpe de efecto, tendiente a mostrar cercanÃa y horizontalidad, Massa y Randazzo predicaron desde sendos escenarios 360º. Una disposición escénica que el gurú Jaime Durán Barba logró imponerle a Mauricio Macri.
Tanto afán por romper con viejas tradiciones -y aggiornarse a los tiempos que corren-, que desistieron de la clásica marcha peronista. Ni la contagiosa versión de Hugo del Carril pudo con la playlist de los DJ contratados para la ocasión.
Cristina ingresó al teatro Radio City de Mar del Plata al ritmo de Ciro y Los Persas; Massa amenizó el centro de eventos Pipa, en Tigre, con los hits de Coldplay; y Randazzo dio luz verde para que en el complejo República de Venezuela, de BolÃvar, lo preceda un show de rap y un clásico de Dire Straits.
Acaso por haberse quedado con el sello del PJ, el ex ministro de Transporte fue el único de los tres que dejó asomar alguna mueca partidaria. Al promediar su acto, se dirigió a los «compañeros» presentes, habló de su «ADN» y se fotografió con banderas de la UOM, un gremio de ostensible tradición peronista.
Esa sola imagen hizo más notoria la orfandad de estandartes en las convocatorias de Cristina y Massa. Hasta el bombo y los saludos con la «V» de la victoria, dos Ãconos del justicialismo, pasaron a mejor vida.
Ni hablar de las frases de Perón, a las que solÃan recurrir los candidatos para buscar fidelidad. Randazzo prefirió el «yo tengo un sueño», que inmortalizó MartÃn Luther King, en medio de la lucha por los derechos civiles de los negros norteamericanos.
La desperonización fue un rasgo distintivo de los tres discursos. Y lo fue en todo sentido. Desapareció el «pueblo» como categorÃa polÃtica. En su lugar los candidatos prefirieron hablar de la «gente«, una concesión a la cultura liberal dominante, que prioriza al individuo por sobre la construcción colectiva.
Hasta los flamantes nombres de los partidos evitaron un anclaje con el PJ. Unidad Ciudadana, 1PaÃs y Cumplir nada tienen que ver con aquellas palabras que la memoria colectiva asocia a la historia partidaria, como podrÃan ser «lealtad», «17 de octubre» o la misma «justicialismo».
Massa hizo punta en esto de despojarse del vocabulario peronista. Y su sociedad con Margarita Stolbizer no hizo otra cosa que confirmar el anhelo de capturar votos por fuera del PJ.
La ambición expansionista de Cristina quedó al descubierto en otro tipo de acciones. Por ejemplo, al dejar de invocar a Evita, cuya imagen llevó en su momento a la fachada del Ministerio de Desarrollo Social y a los billetes de cien pesos.
«No importa de qué espacio polÃtico seamos pero asà no podemos seguir», arengó al pedir el voto castigo para el gobierno.
Ya se dijo: el nuevo discurso, deliberadamente raleado de palabras asociadas al justicialismo, responde a una estrategia. Nadie se anima a decir que la crisis de los partidos tradicionales pudo influir en semejante decisión. Al contrario, en los equipos de campaña niegan la posibilidad de que el PJ desaparezca del firmamento. Y lo hacen reflotando aquel chiste atribuido a Perón cuando un diario español le preguntó qué partidos componen el mapa electoral argentino:
-Mire. Hay 30 por ciento de radicales, los que ustedes entienden por liberales. Un 30 por ciento de conservadores y otro tanto de socialistas -detalló el General.
-¡¿Y dónde están los peronistas?! –inquirió el desconcertado periodista.
-¡Ah, no, peronistas somos todos! -tranquilizó el ex presidente.
- Texto: DIEGO SCHURMAN (INFOBAE)
- Foto: DyN