octubre 8, 2018
«Es un reclamo de una problemática muy gral que pasa probablemente en todos los colegios»
Declaraciones de Ema Graña al programa Sobremesa Sigue leyendo
EMA GRAÑA, EX ALUMNA DEL COLEGIO NACIONAL DE BUENOS AIRES QUE INTEGRA EL COLECTIVO QUE DENUNCIÓ VIOLENCIA INSTITUCIONAL
CÓMO SE INICIÓ LA PROTESTA
En principio, la verdad es que fue bastante espontánea a diferencia de lo que muchas personas creen. Nos pasó, en principio, también veníamos con esta mentalidad de lo que vos decís de “bueno ya fue el colegio”, momento en el que salimos del colegio dijimos “ya está, no quiero saber más nada.” Ese fue mi caso personal, al menos. Y también lo que nos pasó mucho fue que creció muchísimo el feminismo en estos dos años desde que nosotras salimos en el colegio. Nos fuimos educando un montón en materia de feminismo, crecimos un montón también y hace poco tiempo nos llega la invitación a esta entrega de diplomas que se hace un año y medio más tarde porque al ser el Colegio Nacional de Buenos Aires de la UBA nos dan la posibilidad a los alumnes de hacer sexto año, un año más en el colegio en vez de hacer el Ciclo Básico Común en la universidad. Entonces lo que hacen es esperar a que la gente termine de hacer sexto año y rendir las materias para darnos a todes juntes el diploma. Cuestión que nos llega a esta invitación que iba a ser en septiembre y con un grupo de amigas empezamos a hablar y dijimos: “Qué pocas ganas, la verdad de volver a este lugar donde tuvimos experiencias que quizás no fueron tan amenas”
—¿Mantenías contacto con todas tus compañeras?
—No absolutamente todas. Se dio mucho una división entre grupos particulares de amigos y quizás hasta 10 personas, no todo el año ensamblado, y la verdad que no nos vemos tan seguido. Pero, bueno, la cuestión es que en un grupo chico salió este tema de decir “no tenemos ganas de volver”, “qué pocas ganas de calzarse los tacos y el vestido, volver, sonreír.” Entonces empezamos a hablar de hacer una frase, digamos, por ejemplo, una frase que dijera que expresara nuestra inconformidad con ciertas situaciones que habíamos vivido y después eso viró a un cartel, una remera y ahí una bandera. Y nos dimos cuenta de que no alcanzaba, que teníamos tantas cosas para decir que dijimos: «bueno, vamos una intervención, hagamos un discurso». Reunimos a todas las pibas el año, de nuestro turno y nuestra misma promoción. Y lo gracioso es que cuando empezamos a hablar entre todas de esta propuesta teníamos a muchas les había surgido, a los distintos grupos de amigas, le había surgido una idea similar, por su parte. Lo que nos pasó mucho es que claro, mientras estábamos en el colegio nos pasan estas cosas, que quizás nos pasaban a todas pero como nos daba vergüenza o estaba tan naturalizado no lo hablábamos entre nosotras. Y al salir y al poder tomar distancia y al educarnos más en el feminismo, y esas cosas, nos permitió encontrarnos de nuevo entre nosotras y darnos cuenta que muchísimas habíamos pasado por las mismas situaciones y unirnos para una causa común.
—¿Cómo lo vivieron en ese momento?
—Bueno, en ese momento, también hay que tener en cuenta que nosotras, yo tengo recuerdos de que ya en el momento del curso de ingreso, que es el año que nosotros hacemos mientras estábamos en la primaria, donde hacemos una serie de exámenes para ingresar al colegio, ya en ese año nos hacen ir una vez por semana y ya había ciertas cosas que hacían ruido, como por ejemplo alguna compañera… en ese momento había un código de vestimenta que se modificó en 2016, justo el último año que nosotras estuvimos ahí, pero en ese momento era 2011 existía y a nosotras lo que nos pasaba era por ejemplo ver que una compañera iba en short, estamos hablando de noviembre, hacía calor, iba en short o musculosa y si la dejaban entrar al colegio, porque a veces había casos en las que no te dejaban entrar, no la dejaban salir en los recreos o no la dejaban rendir los exámenes, había esos problemas. Estamos hablando de nenas de 11 o 12 años y siempre el pretexto era la cuestión, el trasfondo era, que no podíamos mostrar tanto cuerpo para no distraer a nuestros compañeros varones.
—¡Cuál es el límite de cómo está planteado su código de vestimenta? ¿Cómo era antes y cómo fue a partir de 2016?
—Bueno, el código de vestimenta anterior creo que estaba regido desde el momento en el que en el Colegio Nacional Buenos Aires sacaron los uniformes. Era básicamente el mismo código y establecía que, por ejemplo, en el caso de tanto mujeres como hombres no podían llevar nada por arriba de la rodilla. Tampoco musculosas estaban permitidas ni calzados abiertos. Para los hombres en su momento camisetas de fútbol tampoco. A partir del 2016 se planteó la cuestión de que se abordará desde el lado de que les alumnes eran libres de llevar cualquier cosa, cualquier tipo de vestimenta, siempre y cuando no ofendiera a nadie dentro de la comunidad educativa, lo cual es muchísimo más amplio y también en el caso de que alguien se pueda llegar a sentir ofendido, se trata en el Consejo de Convivencia y ya es otra cuestión.
EL TRABAJO DEL COLECTIVO MUJES Y DISIDENCIAS
Paso así, nosotras decidimos que íbamos a dar un discurso pero también decidimos que las acusaciones que íbamos a hacer, nuestro reclamo, implicaba algo más. No queríamos que quedara simplemente en ese acto, no queríamos que la gente hablara de eso por dos días y dijera «bueno, ya está, es así», porque es lo que nos vino pasando toda la secundaria, Nturalizar estas situaciones de violencia, estos reclamos, y que terminen en los primeros dos días, que sean “qué terrible esto que pasó”, y que el resto sea aceptación por inercia. Nosotros nos planteamos esa situación y por ejemplo lo primero que decidimos además de identificarnos como un colectivo, de ponernos un nombre. fue que vamos a crear una plataforma virtual en este caso, ahora hay varias, dada la trascendencia del asunto. Creamos varias plataformas virtuales porque queríamos… a ver… en nuestro discurso hay varios puntos claves, pero el que nosotros consideramos más importante son una serie de exigencias que dictamos al final del discurso y que después repartimos en el propio acto, folletos con esas exigencias impresas y con la dirección de la primera plataforma virtual que hicimos que fue un Facebook. La cuestión fue que la realidad es que las exigencias estas son para que nuestro reclamo no se quede en estas personas puntuales. Nosotros simplemente hicimos alusión a casos puntuales para dar cuenta de que el asunto es urgente y está al alcance de nuestra mano porque nos pasó a nosotras, pero también somos conscientes de que estamos cargando un reclamo de una problemática muy general que no sólo pasa, como bien dijiste, en el Colegio Nacional de Buenos Aires sino probablemente en todos los colegios del país y me atrevería a decir que en más países del mundo, no solo acá, que viene pasando hace muchísimos años y que seguirá pasando a menos que desnaturalicemos esta violencia institucional y que hagamos algo.
ALGUNOS EJEMPLOS DE VIOLENCIA INSTITUCIONAL EN EL CNBA
Nosotros estamos hablando de situaciones, más allá de casos concretos con personas concretas, eran situaciones que se daban en nuestro día a día, desde el momento en el que entramos al colegio y sabemos que hay ciertos profesores por ejemplo con los que sí tenemos un problema con las notas siempre la solución que te plantean por los rumores es “bueno poner una minifalda y probablemente te suba la nota” o depende tu escote o depende de tu voluptuosidad. También sabiendo que había ciertos profesores que mejor no contestarles en clase por el simple hecho de ser mujeres, porque tenía un problema en general con las mujeres.
—¿Esas afirmaciones hacían delante de todo el curso o se acercaban a la alumna en particular y se lo planteaban en privado a esa alumna?
—Depende del caso, pero hay muchísimos casos en los que los comentarios misóginos eran enfrente de toda la clase, entonces, además de conllevar una situación de malestar, conlleva una cuestión de humillación muy insostenible, sobre todo para alguien que tiene entre 12 y 17 años. Porque también hay que tener en cuenta que todes les adolescentes entramos al colegio siendo prácticamente niñes y salimos casi siendo adultes, preparándonos para la vida adulta y en el paso del secundario nos formamos, desarrollamos desde nuestra sexualidad hasta nuestra opinión política, nos desarrollamos tanto individual como socialmente. Entonces que nuestros referentes sean tan misóginos es una cuestión que no es menor y nosotras nos damos cuenta en este marco. Nosotras tuvimos un punto de inflexión particular, que entramos en 2012 y recién en 2015 fue la primera marcha de Ni Una Menos. A partir de eso se disparó realmente sobre todo entre las generaciones más jóvenes esta cuestión del feminismo y que eso nos hizo adoptar una visión muchísimo más crítica.
—¿Sin el #NiUnaMenos, crees que hubiera salido esta movida?
—Yo creo que no, porque los primeros años efectivamente lo naturalizamos nosotras. Entonces me parece que el feminismo realmente nos aportó no solo una visión crítica y nos permitió como querer romper y querer dejar de aceptar todas estas cuestiones que quizás están naturalizadas por los adultos que nos enseñan a comportarnos socialmente y querer marcar nuestro propio camino, con nuestras propias reglas, sino que también nos permitió conocernos entre nosotras y formar este colectivo. Porque hay muchísimos alumnes en el colegio en cada camada, es muy difícil llegar a conocerte con todes, y lo hermoso del feminismo es que te permite dejar de lado las posibles diferencias que podrías tener con alguna gente y unirte por una causa común que es empezar a visibilizar a estas minorías o quizás no minorías, porque las mujeres claramente no somos minoría pero sí somos la parte invisibilizada de la sociedad.
—¿Ustedes esto lo hicieron para la escuela o apuntaban a que salga afuera?
—Nuestro primer objetivo en el momento en el que surgió la idea era para con la gente que iba a estar escuchando en esa ceremonia, pero apenas empezó a tomar forma entendimos que como nuestro reclamo queríamos que fuera trascendente y que fuera más allá de esa ceremonia. Sabíamos que teníamos que exprimir esos recursos como bien decís, que somos conscientes de que tenemos para… si íbamos a ampliar el reclamo también teníamos que ampliar el alcance digamos a los interlocutores de este reclamo. Por eso es que creamos tantas plataformas virtuales que nosotros consideramos que el uso es también… como tenemos en cuenta que la violencia institucional es algo mundano, lamentablemente también utilizamos esas plataformas para que la gente nos cuente sus situaciones de violencia, ya sean particulares o generales, ya sea anónimamente o con absolutamente todo el lujo de detalles, y nos están llegando cosas incluso de otros países, no es una cuestión solo del Colegio Nacional de Buenos Aires, colegio de elite. Trasciende el colegio y trasciende la ciudad y trasciende el país.
—¿Algunas de las personas que nombraron estaban ahí, en el acto?
—No había ninguna de esas personas, casualmente. A ver, hay una realidad que es que son tres ceremonias y nuestra ceremonia fue la última, porque hay tres turnos. Hay turno mañana, el turno tarde y el turno vespertino. La primera ceremonia fue la del turno tarde y después la del turno vespertino, y estas primeras dos ceremonias también hicieron sus discursos muy relacionados a un reclamo hacia las instituciones por el mal trato y por el destrato de estas situaciones con injusticias hacia las mujeres y las disidencias pero sin dar nombres y sin hacer alusión a casos concretos. Entonces yo creo que de alguna forma se veían venir que iba a haber otro discurso, pero no sé sinceramente si se esperaban que fuera realmente tan contundente y tan fuerte, por decirlo así.
—¿Cuántos integrantes hay dentro de este colectivo?
—Hay aproximadamente 40 personas
—¿Quien lo integra?
—En un principio nosotros ampliamos la movida simplemente entre las mujeres y las disidencias del colegio. Básicamente hay cinco cursos en el turno mañana, entonces a las mujeres y disidencias de ese turno. Entonces, en principio eran alrededor de 50 y siempre hay gente que o prefirió no hacerlo o no tuvo tiempo o no fue la entrega, entonces se redujo un poco el número, pero apenas. También hay que decir que nosotras preferimos mantenerlo relativamente exclusivo entre nosotras por el hecho de que no queríamos que se filtrara la información pero obviamente ahora estamos uniendo fuerzas con el actual centro de estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires y también con nuestras compañeras de los otros turnos que hicieron sus reclamos.
—El rector dijo que no había denuncia formal. Además, es uno de los señalados
—Sí, así es. Mirá, yo si te soy sincera, ninguna de nosotras ha visto un documento formal o una grabación formal que asocien la cara del rector Gustavo Zorzoli con estos dichos. Entonces no nos consta que sea él realmente el que dijo eso sino el que hizo llegar esa información. Pero hay una realidad a tener en cuenta que a nosotras nos parece muy importante que se sepa que es el hecho de que por ejemplo durante absolutamente todas estas denuncias que hacemos nosotras éramos menores de edad y estábamos dentro del colegio. En el colegio hasta ese momento… A ver en 2015 hace unos años casi cuando nos estábamos yendo, se gestó y se creó un espacio específico con un protocolo de género para las escuelas medias de la UBA a aplicar en situaciones así. Durante la mayor parte de nuestra escolaridad, inexistente este espacio, entonces también nuestro espacio correspondiente como menores de edad y subordinades en una institución educativa para denunciar estas situaciones de violencia, muchísimas veces era con las mismas personas que nos estaban violentando y en otros casos también lo que sucedía mucho es que por ejemplo en la figura del departamento de orientación estudiantil, que es donde están los tutores, que serían algo así como nuestros mediadores ante conflictos con los profesores y esas cuestiones. La cuestión es que con les tutores particularmente pasaba la situación de que ellos también se veían en una situación complicada en la medida en la que todos los años el mismo profesor solía tener los mismos problemas con los alumnos porque eran cuestiones repetidas, no son casos aislados. Entonces el tutor le tocaba siempre al mismo tutor ir a pelear con el mismo profesor por las mismas cosas y la institución prefería encajonar el problema, prefería hacer caso omiso. Entonces esto nunca llegaba a ningún lado, se encajonaba y se miraba para otro lado y se esperaba, “Esperemos que no se peleen durante los tres meses que le quedan a este alumno en este profesor y ya está.”
—¿De que acusan al rector Zorzoli?
—Yo creo que es un poco de todo. A ver, si nos llegamos a excusar con la cuestión de que él no estaba enterado también es una falla por su parte porque él es el adulto responsable de nosotros y si no tenía idea de lo que estaba ocurriendo en su institución además de que cuando él entró estas cosas venían pasando hace muchísimos años y quizás sí estaban naturalizadas, todes las hemos naturalizado en algún momento. Pero el manejo institucional era sistemático, este manejo de encajonar las causa, mirar para otro lado, no responder, no hacer caso o simplemente intentar que no se crucen más estas dos personas que tienen problemas en lugar de tratar a fondo la cuestión abordándola desde el lado de una reeducación para el docente en términos de género o de trato y también una cuestión de acompañamiento al alumno que nunca existió.
—¿La situación de abuso en una toma como se vincula?
—El único vínculo que me parece realmente rescatable, más allá de los hechos, es la cuestión de que los dichos del rector Gustavo Zorzoli con respecto a esta cuestión siempre se abordaron por el lado de utilizar él, esta cuestión y este hecho muy trágico y muy doloroso, para hacer política, para deslegitimar la toma como medida de lucha.
—En el caso de la toma lo muestra para deslegitimar. y en los otros casos prefirió no hablar porque lo iban a señalar
—Exactamente
—¿Tienen asesoramiento legal?
—Nosotros nos estamos asesorando legalmente constantemente, pero queremos desplazar la atención de estos casos puntuales y concentrarnos realmente en la trascendencia de nuestro reclamo. Estamos tratando de laburar en conjunto ya de nuevo, como te decía antes, con todas estas cuestiones a seguir, con los colectivos o los grupos que quieren plantear proyectos para terminar con esta modalidad, para plantear un verdadero protocolo que funcione o hacer funcionar el protocolo de género ya existente. Entonces nosotros estamos poniendo nuestra energía como colectivo en esta cuestión más que en las cuestiones legales.
—¿Qué pasó con las personas que señalaron?
—Bueno, nosotras no sabemos más que lo que el rector Gustavo Zorzoli hizo público en ese mail de tres líneas que todos leímos sobre que algunos de los acusados de nuestro reclamo pidieron su traslado a otra dependencia de la UBA, para facilitar las investigaciones en curso, entre comillas. Lo que sabemos de esto es nada más que esto. Nosotros creemos que el primer paso, digamos, a tomar para encarar, digamos, nuestros reclamos de manera correcta es efectivamente tomar las medidas pertinentes. Sabemos que el Rectorado ha decidido tomar cartas en el asunto pero no celebramos esto en la medida en la que el rectorado o la UBA en general utilicen esta cuestión para dejar el conflicto ahí. Nosotras queremos que se tomen más acciones, creemos que esto es un primer paso nada más, no es donde muere la causa. O sea, es cuestión de que se hagan cargo como institución de la sistematización de la violencia de la que ellos hacen uso y que hagan algo más por cambiarla, no simplemente aislar a estas personas y separarlas de la institución porque no estamos hablando solo de personas puntuales estamos hablando de una institución entera que acepta constantemente estas violencias, que sabe perfectamente que se dan porque son dentro de sus edificios, dentro de sus instituciones. Y no creemos que este sea el final, no es un triunfo, es un primer paso hacia un proceso que nosotras intentamos destapar, pero que seamos conscientes de que es muy profundo y que implica muchísimo cambio y muchísima incomodidad y muchísimo a un movimiento social.
—En su momento, ante estas situaciones de violencia institucional ¿cómo actuaron los padres?
—Ha habido casos, pero en la mayoría de los casos más allá de las opiniones o la crianza de la generación de nuestros padres lo que pasaba también era que había una situación de circuitos cortados, como de relaciones de cables que no llegaban a ningún lado, porque si nosotros teníamos este reclamo y lo elevamos a los tutores, por ejemplo, aunque se lo contaremos a nuestros padres nuestros padres podían decir “qué barbaridad”, pero en parte lo naturalizaban y en parte también estaba la cuestión de “bueno se encargarán los tutores”. Cuando llegaba a mayores en general lo que pasaba era que se daba una reunión de padres pero también los padres eran ignorados por la institución, pero la mayoría de las veces lo que pasaba era esto que me decís, una es adolescente, sobre todo hablo en parte de la cuestión de las mujeres, porque sin ir más lejos más allá del reclamo puntual de las personas puntuales, nosotras el reclamo que hacemos es una cuestión de género, es totalmente una cuestión de género y no solo las mujeres, no digo particularmente nuestros padres pero la sociedad nos cría y nos educa para tener vergüenza por cualquier cosa que no pase y para hacernos responsables de esas cosas. Entonces si un profesor, o un tutor, o un preceptor te saluda indebidamente o te hace un comentario fuera de lugar, nuestro reflejo solía ser, ahora ya no porque nos estamos educando y tratando de romper con esa cuestión, nuestros reflejo solía ser tener vergüenza y echarnos la culpa a nosotras y pensar “bueno me pasa esto porque me puse un escote muy pronunciado o porque mi minifalda es muy corta o porque me pinté los labios con un rojo muy fuerte.” La incomodidad más grande yo creo que era aceptarlo, realmente. Esa fue la barrera más difícil de romper. La cuestión de «estoy angustiada pero no sé por qué, sé que esta situación está mal pero no estoy segura de por qué». Entonces ¿qué digo? Hay situaciones que cuando son tan cotidianas, y están tan al margen, es muy difícil ponerlo en palabras.
LENGUAJE INCLUSIVO
Sí, la verdad es que a mí me costaba al principio también, pero cuando te adaptás y cuando ya lo internalizas sale solo. Genera mucho rechazo, depende quién pero yo creo que primero que nada es un buen filtro, es un buen criterio para darte cuenta quién se quedó atrás y quién no. Porque yo creo que la gente que le genera rechazo es porque no entiende, no percibe al lenguaje como algo social, que es exactamente lo que es. O sea decir que el lenguaje es algo técnico es una burrada, el lenguaje cambia en la medida en la que las sociedades avanzan.
Hay una realidad que es que las bases del lenguaje inclusivo se sientan en tratar de visibilizar o incluir a las partes de la sociedad que no están incluidas en el lenguaje, también es parte, va de la mano con nuestro reclamo ya que estamos aprovecho, porque la realidad es que nosotros estamos hablando de parte de la sociedad que están invisibilizadas y es tal el nivel de invisibilización que ni en el lenguaje están incluidas. Y no solo estamos hablando de las mujeres sino también con esta cuestión de avanzar en la, digamos, en la identidad de género y de la conciencia de género. Estamos empezando a percibir e intentar visibilizar a estas cuestiones de gente que quizás no se siente identificado ninguno de los géneros, como romper con esta cosa binaria. Por eso no se usa “todos y todas” sino “todes” para incluir quizás a la gente que no necesariamente se siente identificada como hombre o como mujer, pero siento que esto también quizás es un poco mucho para la cabeza de alguna gente, sobre todo en el marco de, vos me traías el ejemplo de Pérez-Reverte: es un hombre blanco cisgénero hasta donde yo sé, entonces está en una posición de privilegio y esta evolución implica moverse de ese lugar de privilegio.
—¿En otro colegio pasó algo parecido a lo ocurrido en el Nacional de Buenos Aires?
—Así es, lo que está pasando puntualmente es una cuestión por la cual hay compañeras nuestras del Colegio de Vélez, que es un colegio privado, denunciando situaciones similares a las que nosotras denunciamos en nuestro reclamo. Y creemos también son impulsadas por nuestro grito inicial. Esto es lo que nosotras queremos que se genere y lo que esperamos que empiece a destaparse y a desencadenarse a partir de ahora. Queremos que tanto la gente que ya pasó hace mucho tiempo en el colegio y la gente que está en este momento en el colegio pueda subirse a nuestro reclamo y pueda tomarlo y adoptarlo y que le dé fuerza y puedan empoderarse con nuestro reclamo, hacer lo suyo para no dar más lugar y poder hacer frente a estas cuestiones de la violencia institucional, dejar de naturalizarla para que no se dé más. Poco de a poco vamos a ir cambiando la norma, vamos a ir cambiando lo que está aceptado. Tiene que dejar de ser una cuestión moralista para que esto avance realmente. Sé que suena utópico pero la verdad es que es muy concreto. La cuestión de la desnaturalización es simplemente dejar de aceptar ciertas cosas y empezar a marcarlas, entonces esperamos que esto sea como una especie de efecto dominó con nuestras compañeras del colegio de Vélez que están denunciando estas situaciones, que es muy particular también, entonces esperemos que se abra también a otros colegios y a otras provincias y que esto crezca.
—¿Cómo los trataron los medios?
—Bueno, ha habido de todo, hay cierta ironía alrededor del hecho de, por ejemplo, la cuestión de cuestionar a la víctima, por ejemplo, de estas cosas, si hubo denuncias formal, si no hubo denuncia formal. Y también pasa mucho, si bien nos han recibido muy bien en muchos lados, pasa mucho que nosotros tenemos que hacer un fuerte hincapié en esta cuestión de lo sistemático de estas violencias para que la gente logre separar los casos puntuales, que son los que más venden, de esta sistematización de la violencia. Nosotras estamos denunciando eso, más allá de los casos puntuales. Y la gente a veces se queda con los casos puntuales. Nosotras queremos hacer hincapié en esta cuestión de la violencia naturalizada. Desnaturalicemos estas cosas y dejemos de decir que los tipos que hacen esto son brutos o “qué bárbaro, hay que sacarlos y ya se soluciona.” porque no, esto fue así siempre y va a seguir siendo así a menos que dejemos de aceptarlo y dejemos de creer que son problemas puntuales de casos puntuales y no una cuestión normalizada.
—¿Qué pasa con los varones en esta movida?
—Bueno, la realidad es que, como te comentaba antes, en un principio no los incluimos en la movida, por dos motivos que son: uno para que no se filtrara y dos por el hecho de que nosotros también estamos hablando de una cuestión por la cual nuestros compañeros varones, muchas veces ejercían violencia para con nosotras y las autoridades lo dejaban pasar, entonces nuestro reclamo también va por el lado de: si no sólo ustedes ejercen esta violencia para con nosotras, sino que perpetúan la de nuestros compañeros varones, esta realidad de que nosotros entramos siendo niños y nos formamos totalmente adentro de la secundaria es “no sólo dejen de ser violentos sino que ustedes son referentes de la educación, no pueden darles ejemplo a nuestros compañeros varones porque ustedes ejerciendo esas violencias están enseñándole a nuestros compañeros varones que eso es lo que pueden hacer”. Nuestros compañeros varones, sobre todo de nuestras generaciones, también están en un proceso deconstrucción. El único paso que los aleja de las mujeres y de las disidencias es que tienen que encararlo por el lado de la empatía y no por el hecho de haberlo vivido en carne propia en la mayoría de los casos. Pero nosotras creemos también en la deconstrucción de nuestros compañeros, no es cuestión de atacarlos, pero sí es una cuestión de género, es distintiva. Por eso, entonces, hay que dejar de criar a los varones como si tuvieran derecho a violentarnos. Hay que criar a las mujeres y a los varones igual, entender que no tenemos por qué las mujeres tener palos en la rueda o más obstáculos que los varones en nuestra educación por el simple hecho de ejercer la libertad sobre nuestro cuerpo o por el simple hecho de ser mujeres.
- Texto: DIEGO SCHURMAN
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