mayo 6, 2019
Cristina Kirchner, en clave de campaña, regresa con críticas a la economía
El jueves presentará su libro Sinceramente, donde emparenta a Macri con el caos Sigue leyendo
A medida mañana comenzó a sonar insistentemente el teléfono. Carlos Tomada se sorprendió con la voz que escuchó del otro lado. Era Cristina Kirchner interesada en saber la cantidad de planes jefes y jefas de hogar que se habían puesto en marcha en los albores del gobierno de Néstor Kirchner.
Tomada era quien administraba desde el Ministro de Trabajo esa red de contención, y que en junio del 2003 alcanzaba a 2,3 millones de personas, según le detalló. La ex mandataria tomó nota, le agradeció, y quedó en volverlo a llamar.
Estaba recopilando información. Quería trazar una estadística de la evolución de la ayuda social, y así sumar argumentos para su embate contra la política económica del gobierno.
La comunicación con el ex titular de la cartera laboral ocurrió hace menos de tres semanas, antes del viaje a Cuba. Y fue motivo, uno más, para que en su entorno se hicieran los rulos e interpretaran estos movimientos como parte de los preparativos para disputar la presidencia de la Nación.
El propio Tomada conjeturó, acaso impulsado por su deseo personal, que la hiperactividad de Cristina tenía destino de candidatura. «Una persona que a las diez de la mañana te llama para preguntarte ese tipo de cosas, la impresión no es la de una persona que está preparando su salida o su retiro de la política. Está clarísimo que está muy enchufada», le dijo a Infobae.
Lo que Cristina hizo con el actual legislador porteño es lo que viene haciendo con varios de sus ex funcionarios, entre ellos Axel Kicillof. Los llama, les pide información y les encomienda alguna que otra tarea. Los quiere a todos trabajando activamente por un eventual regreso al poder.
Nadie sabe si la presentación de «Sinceramente» en la Feria del Libro será un lanzamiento informal pero se parecerá mucho a los actos de campaña permanente que solía hacer en sus años de gobierno. Entonces podía hablar ante sus funcionarios en el Salón de las Mujeres y disponer de pantallas en distintos patios de la Casas Rosada para que sus gestos y palabras pudieran ser seguidas en vivo por la militancia.
El jueves desplegará su oratoria en la amplia sala Jorge Luis Borges y garantizará que esa presentación pueda ser vista fuera del lugar. Oscar Parrilli, uno de sus lugartenientes, imagina que así como el texto con anécdotas y reflexiones fue un boom editorial, el acto del próximo jueves en La Rural tendrá un enorme impacto político. «Será una misa en clave de campaña», figuraron en el mundillo K como si se tratara de una eminencia religiosa.
Hay quienes dicen que la publicación de un libro es el preludio de una candidatura. Cristina tiene un antecedente en ese sentido. Su biografía, titulada la “La Presidenta” y escrita por la periodista Sandra Russo, fue presentada en víspera de las presidenciales del 2011.
Sea como fuere, por estas horas la legisladora se muestra muy expeditiva. Ayer, tras acercarles sus condolencias a los familiares de Juan Carlos Dante Gullo, avanzó con los detalles de lo que va ser su aparición pública después de un largo tiempo de silencio.
Sabe, y lo dice puertas adentro, que el gobierno buscará debatir el futuro porque la difícil coyuntura le privará a Mauricio Macri hacer una campaña basada en el presente. La tensión que atraviesa Venezuela le vino como anillo al dedo al presidente para pronosticar que eso es lo que le espera a la Argentina si la ex mandataria se impone en octubre.
Las últimas declaraciones de la titular de Unidad Ciudadana sobre el país caribeño se remiten a septiembre de 2017. «En Venezuela no hay Estado de Derecho, hay presos políticos, hay una fractura tan grande entre la sociedad, que se parte al medio», evaluó entonces. Lo más probable es que ahora retome esa línea discursiva para despegarse de Nicolás Maduro, a quien llegó a considerar un amigo y hasta condecoró con la Orden de Libertador San Martín.
Sus asesores de campaña prefieren evitar el tópico Venezuela y poner la mira exclusivamente en la economía local. Sostienen que es el flanco débil de Macri, el flanco que el gobierno quiere cubrir a puro eslogan. Y ponen de ejemplo a Marcos Peña, cuando esta semana dijo que «el que vote por el bolsillo debería votar por Macri porque con el kirchnerismo va a estar peor que ahora».
¿Cómo retrucan al jefe de Gabinete? Expresando que el corazón del actual modelo es la reducción del salario real, el trofeo que en el 2018 el entonces vicejefe de gabinete, Mario Quintana, llevó a Wall Street para exhibir el empeño oficial por cumplir las metas fiscales.
Para Cristina el decálogo que el gobierno infructuosamente buscó firmar con el peronismo no kirchnerista tenía el mismo objetivo: garantizar el cumplimiento del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, amén del desenlace del febril proceso electoral.
El punto cinco de ese documento que se filtró a la prensa propone «crear empleo a través de una legislación laboral moderna». Es, a los ojos del equipo de Unidad Ciudadana, una forma solapada de promover una flexibilización laboral y un camino incorrecto en la búsqueda de generación de empleo ya que —asegura— no es con leyes como se generan puestos de trabajo.
En eso coincide hasta Roberto Lavagna, aunque sin oponerse a modificar la legislación una vez que la economía crezca de manera estable. Ese guiño a una futura reforma de las leyes del trabajo no es nuevo. De hecho, consolidó en las últimas semanas el apoyo de Hugo Moyano a Cristina en desmedro del economista, cuyo armado electoral se cocina a fuego lento.
Lavagna podría ser víctima de un proceso de polarización que está arrimando viejos desencantados del kirchnerismo a Cristina. El propio dirigente camionero, Alberto Fernández, Felipe Solá y Victoria Donda, son alguno de ellos. ¿Se incorporará Sergio Massa a este listado? Los escuderos de La Cámpora dicen que «está cada vez más cerca» pero el líder del Frente Renovador no parece conceder más que un tácito pacto de no agresión.
Entre los nuevos cultores del kirchnerismo figuran dirigentes que lo batallaron, como Pino Solanas o Pablo Michelli, recientemente desplazado de la conducción de la CTA autónoma. Los elevados índices de pobreza y la pérdida del poder adquisitivo producto de la inflación, además del incremento del precio de la canasta básica de alimentos, hicieron realidad aquella frase que indica que a veces el espanto hace lo que no puede el amor.
Ni el revival de los Precios Cuidados promovidos por un gobierno que antes los denostaba lograron terminar con el malhumor generalizado. No por casualidad el lema de campaña de Cristina será «ordenar» el «caos» que produjo Macri en la vida cotidiana de la gente. Será la versión vernácula del «es la economía, estúpido», que utilizó Bill Clinton para llegar a la presidencia de los Estados Unidos.
Acaso el que mejor describió el actual cuadro de situación fue Hernán Reyes, el legislador porteño de la Coalición Cívica. «Los problemas de bolsillo te eclipsan no sólo el tema de la corrupción sino que también te eclipsan toda la obra pública que hicimos, toda la reforma institucional que hicimos. Eclipsan muchas cosas», figuró el joven dirigente que responde a Elisa Carrió deseoso de revertir esa lógica.
No es que Cristina, producto de la situación económica, no esté «atenta y vigilante» —como repite uno de sus más conspicuos colaboradores— a los movimientos de la justicia que la investiga por corrupción. Al contrario, sigue detalladamente cada paso de Claudio Bonadio, en especial en la llamada causa de los cuadernos.
La ex mandataria no se sorprendió cuando el magistrado pidió una licencia de quince días. En su entorno sabían de antemano del problema de salud que lo viene aquejando. Gracias al vínculo con el mundo judicial, hace unos días el ex ministro de la Corte, Raúl Zaffaroni, le confió la noticia a un puñado de referentes del kirchnerismo. Desde entonces, en todas partes —y en el Instituto Patria en especial— se cuecen habas.
- Texto: DIEGO SCHURMAN
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