febrero 10, 2021
A. LEUCO “Es un desafío trabajar con una selección nacional de periodismo”
Entrevista con el periodista y conductor Alfredo Leuco para La Nación. Sigue leyendo
Lleva viviendo más años en Buenos Aires que en su Córdoba natal. Sin embargo, hay algo en su tonada que delata sus raíces. Sin el rigor de una cámara y un micrófono enfrente, salen esas sílabas arrastradas, esa cadencia tan propia de su lugar. Seguramente sea una forma, acaso inconsciente, de permanecer en aquella tierra a la que vuelve una y otra vez. “Con los años, cada vez poseo menos certezas y más preguntas, pero tengo tres certezas muy claras: soy padre, periodista y cordobés”, dice Alfredo Leuco a LA NACION. A días de debutar en el canal de noticias LN+, se lo percibe eufórico con el nuevo proyecto que verá la luz el lunes 22 de febrero.
“Estoy sumamente feliz. Es un desafío trabajar con una selección nacional de periodismo. Estar en la LN+ me llena de adrenalina y de ganas”. El experimentado periodista estrenará El diario de Leuco, el ciclo que llevará su sello y saldrá al aire de lunes a jueves de 21 a 22 por la renovada señal de noticias que, además, recibirá en su grilla a profesionales como Jonatan Viale y Eduardo Feinmann, quienes también debutarán en el canal. Las nuevas figuras del LN+ compartirán la programación con nombres como los de Luis Majul, Carlos Pagni, José Del Rio y Pablo Sirvén, quienes ya formaban parte de la propuesta informativa de la señal. Además Leuco continuará al frente de Le doy mi palabra, su espacio vespertino en Radio Mitre. En LN+ estará acompañado por las periodistas Florencia Donovan, quien se encargará de los temas económicos, y Candela Ini, que abordará las cuestiones judiciales.
-¿Dónde estará puesto el foco en El diario de Leuco? ¿Será un recorte político de la actualidad o se abrirá la agenda a otras cuestiones?
-Soy un viejo editor gráfico, así que defino a mi nuevo programa de esa forma. Cuando el tema policial salta a la tapa de los diarios, pasa a ser un tema de actualidad política. Lo mismo con el tema vacunas, si un presidente o un ministro se ha cansado de mentir o de equivocarse a la hora de hacer anuncios, ya no es un tema de información general o de salud, pasa a ser una cuestión política. Lo mismo te podría hablar con respecto a la muerte de un ídolo como Diego Maradona. Así sucederá con todos los temas.
-¿Qué le aportó el periodismo gráfico como actividad iniciática y dónde se ven reflejados esos signos semánticos en sus espacios de televisión y radio?
-La gráfica es la verdadera formación del periodista, de ese periodista que se sienta y escribe. ¿Por qué? Porque te da la formación básica, comenzando por el trabajo de búsqueda en el archivo, te obliga a estudiar, a nutrirte sobre el tema que se está abordando. Además la escritura es la mejor forma de pensar. De hecho, mis editoriales de la radio los escribo, creo que nadie hace eso.
-¿Cómo se articula el recurso de la escritura en un medio definido por la oralidad?
-Me facilita el proceso de investigación similar al de la gráfica, me posibilita explorar más el idioma, hacer algún jueguito de palabras para alguna travesura semántica y me permite pensar. Cuando mi hijo Diego se inició, le sugerí que comenzara por la gráfica. Me dio bolilla y lo hizo en la revista Noticias.
Dijo Truman Capote: “Un día, comencé a escribir, sin saber que me había encadenado de por vida a un noble, pero implacable amo”. Algo de aquello que planteaba uno de los padres del nuevo periodismo se hizo carne en la nueva figura de LN+.
-La sociedad argentina está atravesada por una grieta muy profunda. ¿Cuál considera que es la forma de trascender esa dinámica tan dañina?
-Voy a decir algo políticamente incorrecto: el discurso fácil es sostener que “hay que superar la grieta y unirnos todos los argentinos, hay que superar las diferencias, porque ningún país fracturado crece”. Esas son verdades.
-Entonces…
-Esas teorías correctas trasladadas a la realidad de la Argentina de hoy, son de cumplimiento imposible. ¿Por qué? Cerrar la grieta es una muy buena intención. El tema es con quién y cómo. Yo, Alfredo Leuco, no quiero cerrar la grieta con Cristina Fernández de Kirchner, Julio De Vido o Lázaro Báez. Con los ladrones no tengo nada que ver. La grieta es moral. La verdadera división de aguas no tiene que pasar por peronistas o antiperonistas, sino de un lado los ladrones, mafiosos, corruptos y golpistas autoritarios, los chavistas. Y del otro lado, la inmensa mayoría de la sociedad que es democrática, republicana, que desea igualdad de oportunidades. Mucha gente interpreta que la grieta es peronismo y antiperonismo, y no es así. La línea no pasa por ahí. Hay dirigentes peronistas que respeto y valoro y que de trazarse esa línea estarían del lado donde yo me paro y no del lado de los ladrones.
Bicho del papel, en 1982, finalizando la Guerra de Malvinas, comenzó a transitar el camino del periodismo político que tanto anhelaba, luego de años de desarrollar la profesión en torno a otra pasión: el deporte. “Como en los comentarios de fútbol siempre agregaba algún comentario político, en Clarín me ofrecieron pasar a esa sección. Acepté porque era un honor, otra etapa luego de hacer deportes durante la dictadura militar”.
Antes, a Leuco le tocó realizar el servicio militar en su Córdoba natal. En una madrugada de guardia, imaginó aniquilar al represor Luciano Benjamín Menéndez: “Ese personaje era una persona salvaje. Recuerdo que tuve que cumplir con una guardia en el barrio militar, camino a La Calera, en Córdoba, y me tocó hacer esa guardia en la puerta de su casa. Una noche, llegó agazapado para ver si yo estaba despierto. En ese momento, apareció una fantasía en mi cabeza, pero, en realidad, le dije “buenas noches, general” y él se metió en su casa. Se me cruzó convertirme en una suerte de héroe salvador, dado que se trataba de un personaje que fue responsable de La Perla, el campo de concentración de Córdoba similar a la ESMA de Buenos Aires”. En aquella experiencia obligada en la milicia, Leuco se inició en el paracaidismo.
Orígenes
“No tengo dudas de mi sangre cordobesa, lo siento en el cuerpo. Llego a la terminal de ómnibus o al aeropuerto Pajas Blancas y me cambia el humor, siento un aroma diferente. A pesar de tener más tiempo viviendo en Buenos Aires, estoy atravesado por mi provincia, un lugar con mucha personalidad”, reconoce el periodista con un dejo de nostalgia. La provincia mediterránea lo marcó en esos momentos fundacionales de personalidades y vocaciones, entre algún chiste característico de su pueblo, una hojeada al último número de la revista Hortensia y una infusión de peperina.
-Lo transporto a la farmacia Alvear de la ciudad de Córdoba. ¿Qué recuerdos aparecen ante esa evocación?
-Se me caen las lágrimas, es el lugar donde me crié. Todavía existe, hoy la manejan mi hermana y mi cuñado.
-¿Qué significó para sus padres y para la familia ese lugar?
-Fue la gran felicidad de la familia. Mi viejo hoy tiene 96 años y mi mamá cumplió 88, a ellos he visto levantar esa farmacia con un enorme esfuerzo y con la cultura del trabajo, del sacrificio del inmigrante. Laburaban 20 horas por día. Viene a mi memoria la imagen más fuerte que tengo de mis viejos: los sábados se ponían a limpiar los armarios, se arrodillaban y rasqueteaban el suelo. Mi viejo llegó de Polonia, pero es ciudadano argentino y fue el primer profesional de la familia. Vivió en un conventillo, pero salió adelante con esfuerzo, ahí está el valor de la meritocracia que hoy se discute tanto. Sin embargo, eso lo tuve siempre como un ejemplo.
Leuco recupera rápidamente aquellos momentos de austeridad y felicidad. Una cosa no contradice a la otra. Postales instantáneas que lo transportan a esa geografía que le cambia el humor: “En la farmacia me crié, era el lugar de reunión con los chicos, en el patio jugábamos al fútbol”.
-Los farmacéuticos suelen trasladar el metier de generación en generación.
-Mi papá siempre quiso que yo fuera farmacéutico, pero la vocación por el periodismo pudo más.
-Su hijo Diego comparte esa misma pasión.
-Cuando nos dijo a la madre y a mí que quería ser periodista, nos negamos de todas las maneras que pudimos. Hoy hablamos por teléfono y me dijo: “Creo que vos sos más periodista que ser humano, pero también creo que sos más padre que periodista”. Amo profundamente el oficio de periodista, no sé hacer otra cosa.
-¿Por qué la resistencia a que su hijo siga sus pasos?
-Porque también soy consciente que, desde que asumió Néstor Kirchner, se convirtió en una profesión de riesgo por los ataques y las amenazas. Recuerdo que Néstor Kirchner me dejaba mensajes con insultos en el contestador telefónico de mi casa.
-¿Él propio Néstor Kirchner le dejaba grabado los mensajes?
-Era Presidente de la Nación. “Alfredo, habla Néstor, ¿por qué dijiste esto? ¿por qué dijiste aquello?” Y puteaba. Así que con la madre pensamos que lo mejor sería que Diego no fuese periodista para sufrir menos todos. Es un oficio maravilloso, pero muy sacrificado y, a esta altura, riesgoso.
-Diego no escuchó la sugerencia.
-Hicimos todo lo posible. Lo que nos propusimos con la mamá fue no prohibirle nada.
-En la prohibición aparece la rebeldía.
-Hubiese sido peor, así que fuimos por la positiva. Cada vez que hacía un comentario, nosotros lo estimulábamos a eso.
-A saber…
-Era muy divertido. Un día llegó y dijo que había ido a ver a Jansenson al teatro. Con la mamá le dijimos que era un trabajo muy lindo, le preguntamos si no le gustaría dedicarse a la magia. Resulta que estudió con un campeón del mundo y se recibió de mago. Otro día, volvió fascinado del restaurante del Gato Dumas. Ahí arremetimos: “Diego, estudiá para chef”. Estudió con el Gato y también incursionó en la actuación.
-Nada dio resultado.
-Cuando volvió de su viaje de egresados del colegio secundario, nos contó que cuando volvían de bailar, todos se iban a dormir y él se quedaba leyendo los diarios al amanecer, y nos dijo: “Quiero ser periodista”.
-Batalla perdida.
-“Si sos feliz, dale para adelante”. ¿Qué más podíamos hacer? Y le aclaré que no iba a contar conmigo para entrar a ningún medio y le sugerí que comenzara por la escuela del periodismo gráfico.
Escenas de la vida conyugal
Sin guion de Ingmar Bergman detrás, Alfredo Leuco transitó con pluma propia su matrimonio de 24 años con Silvana, la madre de su hijo. “Siempre le digo que, a esta altura de la humanidad, donde todo va a la gran velocidad de los medios o de las redes sociales, haber estado casados 24 años no es un fracaso”, sostiene el periodista que no se incomoda cuando en la charla afloran cuestiones que hacen a su intimidad personal. Al contrario, pareciera disfrutar del pensarse en voz alta. “Cuando una amiga muy creyente se divorció, un sacerdote muy intelectual de la Iglesia le comentó que el casamiento para toda la vida era un concepto perteneciente a una época donde la expectativa de vida era tan solo de 40 años”. El dato es certero y a Leuco, además, lo reconforta ante la propia experiencia.
Luego de aquella relación tan extensa, estuvo en pareja con Cecilia, a quien presentó en público a mediados de 2016 en un recital de Alejandro Lerner. Terminada esa relación, el periodista hoy se encuentra sin compañía femenina a la vista. Eso dice. “Esta es una etapa donde ya no hay que acordar con la pareja sobre temas como la educación de los hijos, aunque la educación de Diego ha sido una experiencia maravillosa que hemos vivido con la mamá, no diferíamos en nada, teníamos acuerdo permanente”, sostiene.
-En la madurez, ¿qué significa el amor? ¿Qué lugar ocupa?
-El amor hoy es la búsqueda de la empatía y del mayor complemento del corazón y de las neuronas. Se trata de encontrar la media naranja, tal vez con menor pasión, pero con más sensibilidad.
-Más disfrute, menos compromiso.
-Cuando se tiene la posibilidad, se puede compartir la casa, tal vez durmiendo en habitaciones distintas. O, directamente, en casas separadas.
-Al estilo Magdalena Ruíz Guiñazú, por citar una colega que no convivió con su pareja.
-Es un ejemplo extraordinario.
-El cuarto separado es una opción posible e intermedia.
-Mi amigo Jairo, que ama profundamente a su mujer, durante mucho tiempo durmió en una habitación diferente a la de ella. Cuando él tenía ganas, silbaba. Si la mujer respondía con un silbido, significaba que Jairo podía acercarse al cuarto. En una oportunidad, él silbó y la mujer, nada. Así que se acercó y le dijo: “Me pareció que silbaste, ¿puede ser?”. Son formas de la convivencia.
-¿Callao y Corrientes en Buenos Aires o Colón y General Paz en Córdoba Capital?
-Amo Buenos Aires porque me recibió maravillosamente bien. Acá pude conformar mi familia, pero tengo un latido muy especial por Córdoba. Esa esquina que vos mencionás, me recuerda a la pizzería que estaba allí. Ahí nos juntábamos con los pibes para ir a bailar, ahí se realizaban las protestas estudiantiles.
-Pensando en aquellas manifestaciones estudiantiles, en su juventud simpatizaba con el comunismo. Hoy se para en otro lugar, bien diferente. Dicen que el tango espera hasta que se llega a la madurez, ¿el fin de las utopías revolucionarias y de ciertos ideales también llega, indefectiblemente, con los años?
-No creo que se acaben las utopías. Es cierto que, durante la época de la facultad, militaba en la Juventud Comunista, igual que Mario Vargas Llosa o Vilma Ibarra, funcionaria del actual gobierno. Cursaba en Ciencias de la Información de Córdoba, que era la facultad que, en proporción, más desaparecidos tenía. En los ´70, Periodismo era una carrera muy politizada y, efectivamente, yo militaba en esa época.
-¿Por qué dejó de sentirse identificado con el ideario comunista?
-Durante la dictadura militar corté definitivamente todo tipo de relación, incluso cultural, por dos motivos: en primer lugar, porque le di un valor tremendamente definitorio a lo que es la libertad. En aquel momento, cuarenta años atrás, el Partido Comunista tributaba al estalinismo, a la Unión Soviética. En aquellos tiempos, se le había aplicado un embargo de granos a la Unión Soviética, al que la dictadura de Videla no se plegó y eso hizo que el Partido Comunista tuviera una mirada demasiado a favor de Jorge Rafael Videla. Si a eso le sumo la valoración de la libertad como elemento central de la vida, todo eso hizo que yo cortara cultural y partidariamente. Nunca me afilié a ningún partido político, pero fui militante universitario y no me avergüenzo en decirlo. No me arrepiento de aquello, me hizo un ciudadano más comprometido, me sacó del bailecito. Además teníamos que dar el ejemplo con el estudio.
-Una máxima dice: le agradezco al que fui porque me permite ser el que soy.
-De eso se trata. No soy una persona de dogma, lo fui en mi juventud, pero ahora tengo una tremenda valoración por la libertad.
-¿Tampoco se apoya en el dogma religioso? ¿Cree en Dios?
-Mi formación ha sido en el judaísmo y cumplí con mi Bar Mitzvah para darle el gusto a mis padres. En las grandes fiestas, por amor a ellos, iba al templo. Sin embargo, nunca fui una persona de fe ni religiosa, aunque admiro a los que sí la tienen. Me parece que es un valor tremendo porque significa ser portador de grandes mensajes.
- Texto: Pablo Mascareño (LANACION.COM.AR)
- Foto: Rodrigo Nespolo