julio 22, 2020
Aún frente a las presiones, los medios digitales mantienen en alto la bandera del periodismo
Desde Filipinas hasta Malasia, diversos gobiernos buscan silenciar voces disidentes. Sigue leyendo
Aún frente a las presiones, los medios digitales mantienen en alto la bandera del periodismo
Pasé mucho tiempo recientemente leyendo acaloradas discusiones sobre la libertad de expresión. Me preguntaba si yo también podría contarme como un “veterano de las guerras de Twitter” cuando Steven Gan me distrajo hablándome sobre su auto.
Gan, cofundador y editor en jefe del sitio de noticias políticas más importante de Malasia, dejaría su auto en casa el 13 de julio y un colega lo llevaría al tribunal. Eso es porque Gan pensó que era muy probable que fuera directamente del juzgado a la cárcel.
La acusación contra él era desacato al tribunal, presentada porque su sitio, Malaysiakini, albergó brevemente comentarios de usuarios que insultaban al poder judicial. Pero su verdadero delito, para el gobierno, parecían ser sus años de periodismo franco, a menudo haciendo crónicas de la corrupción de la facción que recientemente retomó el poder en Malasia. El caso ha sido postergado.
Steven Gan, cofundador de Malaysiakini, relató la corrupción en Malasia y podría ir a la cárcel (Ahmad Yusni/EPA, via Shutterstock).
“El poder está consolidando el poder” en todo el mundo, dijo Maria Ressa, cofundadora del sitio filipino Rappler. “Al eliminar los grupos de noticias independientes, es más fácil que la voz con el megáfono más fuerte moldee la realidad”.
Ressa, que está en libertad bajo fianza luego de una condena en el marco de una nueva ley de “difamación cibernética”, ha surgido quizá como la mejor vocera del mundo para el periodismo que confronta al poder. Ese poder, en el caso de ella, es el autocrático presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, que recientemente despotricó sobre las “chicas brillantes” que lo atacaban y dijo que estaba recopilando información sobre Ressa, en particular.
Conocí a Ressa y a Premesh Chandran, co fundador con Gan, cuando yo dirigía BuzzFeed, un nuevo sitio de noticias de alto perfil. A menudo iban a nuestra resplandeciente sede de Manhattan y pedían los consejos de una compañía estadounidense que lideraba una explosión mundial de medios digitales.
Rápidamente resultó evidente que la premisa de esas conversaciones era ridícula. Yo debería estar buscando sus consejos. Con presupuestos reducidos, y pese a la presión desenfrenada del gobierno, habían creado el tipo de sitios de noticias valientes, exitosos e impulsados por la misión en los que soñaban convertirse las startups estadounidenses. Malaysiakini, fundada en los 90, constituyó el tipo de negocio de suscripción robusto que casi todos intentan generar ahora.
Cuando los ataques del gobierno le costaron a Rappler un tercio de su publicidad en un mes en 2018, empezó a hacer análisis de datos para empresas para mantenerse a flote. El sitio ruso Meduza inició lo que se convirtió en una exitosa red de podcasts con un par de micrófonos en un departamento reducido en Riga, Letonia. Su app incluye una configuración especial para usuarios en Kazajistán y Uzbekistán, que de lo contrario serían bloqueados.
Un corresponsal de Meduza estuvo retenido por la Policía en Moscú dos noches por cargos inventados de drogas el verano pasado.
Lina Attalah, editora en jefe de una de las pocas voces independientes que quedan en Egipto, Mada Masr, fue arrestada mientras entrevistaba a un activista en mayo y está libre bajo fianza.
Los periodistas y editores de esta generación global de startups digitales son los periodistas más impresionantes del mundo. Su modelo de alto impacto y bajo costo es visto como “el futuro del periodismo en lugares donde es difícil el periodismo de investigación o de rendición de cuentas”, dijo Joel Simon, director ejecutivo del Comité para Proteger a Periodistas.
Estos medios corren ahora más peligro que nunca. Enfrentan a autócratas que sacan sus ataques de un manual común de estrategias. Muchos gobiernos de todo el mundo están mirando hacia un modelo alternativo en China, que controla estrictamente sus medios nacionales.
Y luego está la lucha del presidente Donald J. Trump contra la prensa. “El conocimiento de que Estados Unidos y otras democracias occidentales te pondrán en la mira a menudo disuade a líderes autoritarios de tomar este tipo de acciones”, dijo el Diputado Tom Malinowski, de Nueva Jersey. Ahora, dijo, “la política oficial del presidente de EE.UU. es que los medios libres e independientes son enemigos del pueblo”.
Es imposible no conmoverse por el optimismo de periodistas como Gan y Ressa y por cuánto aman su trabajo.
“El hecho de que no haya nada más ahí afuera nos brinda un sentido de propósito”, dijo Attalah. “Te hace sentir que realmente estás haciendo algo esencial contra todas las probabilidades”.
- Texto: CLARÍN.COM (BEN SMITH)
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